
Diversas fueron las críticas que tuvo la reconstrucción de la Plaza Egaña, ante la falta de áreas verdes y mucho cemento, que realizó Metro de Santiago por los trabajos de la Línea 3, cuya estación conecta con la Línea 4.
Al respecto, la Municipalidad de Ñuñoa emitió una declaración en la que asegura que la obra «responde a las condiciones comprometidas con el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) del Gobierno» y que «las obras fueron recibidas por el Ministerio de Obras Públicas la semana pasada». Además, explicó que «como municipio tenemos en marcha el programa ‘Mil árboles para Ñuñoa’ con el objetivo de arborizar la comuna, colaborar con la descontaminación ambiental y fomentar la producción de oxígeno».
«Lamentablemente, no es factible plantar árboles de altura y raíces profundas en Plaza Egaña, debido a que bajo ella convergen dos líneas de Metro y la superficie es de losa de hormigón armado», añadió el comunicado.
Finalmente, apuntó que «preocupado por el bienestar y la calidad de vida de nuestros vecinos, el alcalde Andrés Zarhi ha solicitado al Departamento de Ornato, que, a la brevedad se proceda a hermosear esta plaza con jardineras, plantas y flores».
Según explican urbanistas y arquitectos a El Mercurio, una de las razones por las que se construye este tipo de plazas es que requieren menor mantención que las con más pasto y árboles y porque en el subsuelo se ha generado infraestructura incompatible con grandes masas de área verde. Teodoro Fernández, premio Nacional de Arquitectura, señala que esto comenzó con la construcción de la Plaza Perú, en Las Condes, que tiene un subcentro. «Es casi imposible plantar árboles en un lugar donde está ocupado el subsuelo. No hay tierra debajo», indica y aclara que este tipo de proyectos no es de su gusto.